
Hotel Omm
El Grupo Tragaluz quería abrir su primer hotel después de su gran éxito en la restauración. El reto era difícil, pero las ideas de Rosa Esteva, claras: una alternativa a todo lo existente, un hotel donde el concepto de lujo se cambiase por el de confort, sin estridencias ni clasicismo. El reto máximo estaba en la fachada, situada en un lugar privilegiado, el Ensanche barcelonés, junto al Paseo de Gracia. Al principio la propuesta fue rechazada por el Ayuntamiento, que pretendía mimetismo con los edificios colindantes, pero nuestro proyecto era del siglo XXI y no del XIX. Buscamos una fachada contemporánea sin miedo a su singularidad, pero respetando el entorno, creando relieves y ofreciendo balcones, como sucede en todo el Ensanche. Las “orejas” a modo de hojas recortadas, cumplen varios objetivos: proteger la intimidad de las vistas de los vecinos de enfrente, orientar las vistas desde dentro hacia el Paseo de Gracia, recoger la luz de tarde y reflejarla sobre el interior, amortiguar el impacto acústico del semáforo cercano... La fachada interior, sin embargo, es una gran cortina de verde sobre una persiana metálica a modo de filtro que preserva a los huéspedes. Arriba una delicada terraza con un pequeña piscina. En la planta baja se logró lo inaudito en Barcelona, que el hotel estuviese abierto a toda la ciudad, la entrada común sobre un eje excéntrico recoge al visitante y lo desvía hacia la recepción o lo pasea hasta la zona de descanso, bar, o comedor del restaurante Moo, todo en un único espacio, bañado siempre por la luz natural proveniente de grandes claraboyas y un amplio patio final, donde grandes retrovisores metálicos nos proyectan los rayos de sol hacia el interior.